Hoy los noticieros recordaban y revivían aquella tragedia donde convirtieran en ángeles a tantos pequeños de la guardería ABC en Hermosillo, a un año de lamentos, llantos, repetidas entrevistas, videos, narrativas y vivencias, ¿acaso eso no es también lucrar con la tragedia ajena?
Aunque los padres justicia clamen, aunque el cielo se abra y castigue a actores y espectadores, aunque el infierno los trague de poco a poco pagando con la misma moneda... al final el mismo vacio quedará, la misma herida sangrará, la paz no encontrarán y la justicia nada devolverá. Cruda realidad pero cierta, ¿duele la falta de justicia?, NO, lo que duele es la pérdida, lo que duele es la impotencia de no regresar el tiempo y estar ahí, duele más las ultimas palabras, el ultimo beso, el último te quiero y cala hasta el hueso el recuerdo de su sonrisa dibujada en una imagen apenas difusa de su rostro en la memoria de cada padre y de cada madre que aun con el tiempo apenas concilia el sueño y repentinamente despierta por las noches creyendo escuchar un llanto, una voz de aliento que eriza la piel y ante la soledad de la obscuridad sentada en la cama el llanto llama reclamando al creador con pudor y ahogo, mirando al cielo nublado por las lagrimas de dolor -¿POR QUÉ? DIOS, ¿POR QUÉ ME LO HAS ARREBATADO DE ESA MANERA?… ¿Por qué NO YO?, TOMAME A MI Y LLEVAME CON ÉL…
Solo los padres que están ahí saben de ese dolor de la falta de una justicia pero una justicia divina que les regrese la alegría y las ganas de vivir, que les de motivos para seguir.
Y te quejas de la lluvia, el calor, te lamentas por la perdida de dinero, por el carro que chocaste, por la multa de transito, pierdes el sueño por problemas triviales comparados con tal tragedia, creo que la vida nos muestra la verdadera razón de lamentar una perdida pero no entenderemos en experiencias ajenas.
Hoy no me importa si llueve, me mojare sin lamentar si estropeo mi reloj, el celular, los zapatos, mañana podre tener otros y tal vez mejores y no me dolerá, ayer golpee mi carro y perdí dinero reparando los daños me sentí fatal, hoy entiendo que eso es efímero por que tengo a mi lado a la gente que quiero y no importara un rasguño de sus delicadas manos, que vomite sobre mi, que rayen las paredes, esas son caricias que anhelare un día cuando a mi lado no estén,
A mis pequeños que aun puedo decirles “los amo”.
Resignación y paz espiritual para los padres de infame tragedia, permíteles Dios aceptar y encontrar el camino hacia ti.
Amen.
G. Astorga.
Aunque los padres justicia clamen, aunque el cielo se abra y castigue a actores y espectadores, aunque el infierno los trague de poco a poco pagando con la misma moneda... al final el mismo vacio quedará, la misma herida sangrará, la paz no encontrarán y la justicia nada devolverá. Cruda realidad pero cierta, ¿duele la falta de justicia?, NO, lo que duele es la pérdida, lo que duele es la impotencia de no regresar el tiempo y estar ahí, duele más las ultimas palabras, el ultimo beso, el último te quiero y cala hasta el hueso el recuerdo de su sonrisa dibujada en una imagen apenas difusa de su rostro en la memoria de cada padre y de cada madre que aun con el tiempo apenas concilia el sueño y repentinamente despierta por las noches creyendo escuchar un llanto, una voz de aliento que eriza la piel y ante la soledad de la obscuridad sentada en la cama el llanto llama reclamando al creador con pudor y ahogo, mirando al cielo nublado por las lagrimas de dolor -¿POR QUÉ? DIOS, ¿POR QUÉ ME LO HAS ARREBATADO DE ESA MANERA?… ¿Por qué NO YO?, TOMAME A MI Y LLEVAME CON ÉL…
Solo los padres que están ahí saben de ese dolor de la falta de una justicia pero una justicia divina que les regrese la alegría y las ganas de vivir, que les de motivos para seguir.
Y te quejas de la lluvia, el calor, te lamentas por la perdida de dinero, por el carro que chocaste, por la multa de transito, pierdes el sueño por problemas triviales comparados con tal tragedia, creo que la vida nos muestra la verdadera razón de lamentar una perdida pero no entenderemos en experiencias ajenas.
Hoy no me importa si llueve, me mojare sin lamentar si estropeo mi reloj, el celular, los zapatos, mañana podre tener otros y tal vez mejores y no me dolerá, ayer golpee mi carro y perdí dinero reparando los daños me sentí fatal, hoy entiendo que eso es efímero por que tengo a mi lado a la gente que quiero y no importara un rasguño de sus delicadas manos, que vomite sobre mi, que rayen las paredes, esas son caricias que anhelare un día cuando a mi lado no estén,
A mis pequeños que aun puedo decirles “los amo”.
Resignación y paz espiritual para los padres de infame tragedia, permíteles Dios aceptar y encontrar el camino hacia ti.
Amen.
G. Astorga.
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